03 febrero 2005

Dignidad

No sé si conocen Galicia. Es un sitio verde donde crecen al tiempo los grelos, los eucaliptos y las lechugas; donde los pajaritos cantan por no llorar; donde a las nubes no se les levanta. Donde los caciques infartan de excesos y se dedican calles en alardes de onanismo político desmesurado. La inmortalidad es un don que conceden los demás, incluso en la placa de una avenida; nunca uno mismo. Torrente Ballester dijo de Galicia que era hermoso su paisaje, pero añadía el de las gafas: "Qué carallo de paisanaxe". Qué razón. Lo peor no son los caciques; son quienes los sustentan con sus votos y con sus disculpas. Lo peor de todo es ese conformismo asqueroso que hace verdad el tópico según el cual ni subimos ni bajamos la escalera, nos quedamos en medio, como idiotas, preparados para aplaudir hasta reventar al primero que nos asfalte un bache. Deberíamos darnos cuenta de que lo último que hay que hacer con un político es darle las gracias, da igual del color que sea. Un político vive de lo que usted le paga, no lo olvide. ¿O le dan a usted las gracias cuando sale del trabajo? ¿Por qué le hacen el juego a ignorantes engreídos que se dedican calles a sí mismos en el mayor ejercicio de patetismo y soberbia? ¿Donde está la dignidad? A veces me dan ganas de hacerme vasco.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Xa sabes que o noso é un problema hidráulico. Mexan por un e hai que decir que chove.J.M.

11:43 p. m.  

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